El mercado bajista que estamos experimentando actualmente no sólo ha afectado al ecosistema de las criptomonedas, y estamos viendo un efecto secundario único del miedo inminente que tiene la comunidad general interesada en las finanzas con respecto a una próxima recesión.

El euro se utiliza actualmente en 19 países, y ha sido una fuerte alternativa al dólar estadounidense, manteniendo relativamente su valor, especialmente en el último par de años, cuando los mercados alcistas hicieron que la economía general del mundo se disparara y prosperara.

Esto ahora está cambiando abruptamente, ya que la agitación causada por varios factores, ya sea la pandemia, el conflicto entre Rusia y Ucrania o el desplome general de las criptomonedas, derribando con ello los mercados de valores, han provocado que las ballenas y los operadores de divisas experimentados muevan sus activos a una moneda de menor riesgo, siendo esta el dólar estadounidense, y liquidando los activos de alto riesgo como las criptomonedas y las acciones relacionadas con la tecnología.

Todo esto también afecta a las criptomonedas, ya que inyecta volatilidad a las monedas estables en euros y esto disminuye la confianza de los inversores habituales en el ecosistema blockchain y en el propio Bitcoin.

Los tipos de interés están subiendo mucho más rápido en Estados Unidos y eso atrae capitales a ese territorio. Para los inversores, los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos son más altos que los de Europa, lo que les hace preferir el dólar al euro.

La paridad 1:1 del euro con el dólar se produce en un momento en que la Unión Europea (UE) está sufriendo duras consecuencias económicas debido a la guerra entre Rusia y Ucrania. Esto, a su vez, ha generado mucha incertidumbre sobre la sostenibilidad del suministro de gas ruso, ya que Rusia, el principal proveedor de energía de la UE, parece estar planeando tomar represalias por las sanciones occidentales cortando los flujos de gas del país.

Esta paridad tiene algunas ventajas, al menos para los estadounidenses o las personas que mantienen sus ahorros en dólares: una moneda más fuerte supone un cierto alivio para la inflación que la economía mundial está experimentando desde principios de este año, causada por la gran cantidad de bienes que se importan a EE.UU. desde naciones extranjeras con monedas más débiles.

La FED ha estado subiendo los tipos de interés de forma mucho más agresiva que los bancos centrales de otras regiones fuera de los EE.UU., esto se hace como represalia a una de las tasas de inflación más altas que ha experimentado el país en las últimas cuatro décadas.

Los inversores que buscan mayores rendimientos en sus financiaciones también contribuyen a que el precio del dólar como moneda se mantenga más estable que el euro a lo largo de 2022. Este mayor interés por los activos denominados en dólares es otro factor que contribuye a la fortaleza del dólar en los últimos tiempos.

En el momento de escribir este artículo, todas las miradas están puestas en el precio del euro, para ver si acaba pasando de la paridad con el dólar a incluso por debajo de su precio, ya que la última vez que esto ocurrió fue en noviembre de 2002, no mucho después de la introducción de la moneda en 1999.

Dicho esto, el escenario económico actual favorece al bitcoin (BTC) a largo plazo.

Michael Saylor, un empresario estadounidense, y ejecutivo de negocios, ha compartido su opinión recientemente sobre la volatilidad de los mercados y el futuro de Bitcoin:

          "A corto plazo, el mercado estará dominado por los que menos aprecian las virtudes del bitcoin. A largo plazo, se demostrará que los maximalistas tienen razón, porque miles de millones de personas necesitan esta solución, y la conciencia se está extendiendo a millones más cada mes."

          Para los criptoinversores y poseedores de monedas, sin duda ha sido dura la primera mitad de 2022, sería cuestión de tiempo ver cómo evoluciona el mercado y si las criptodivisas acaban beneficiándose de la volatilidad de la moneda fiduciaria en medio de la asombrosa inflación y las sanciones internacionales.

Isaac Vitales